...Y zarpemos rumbo a donde la imaginación nos lleve...
Los intríngulis de la maniobra de levar el ancla
Después de una jornada al ancla llega la hora de levantar fondeo para cambiar de locación o regresar a puerto. La facilidad de la maniobra de levar estará condicionada por el peso del ancla y la cadena largada, la profundidad del lugar y las condiciones de viento y corriente por un lado y la fortaleza del tripulante o el cabrestante por el otro.
El primer paso a realizar es llevar al barco lo más cercano posible a la posición del ancla. En un barco pequeño y en condiciones ideales de viento y marea ésto puede hacerse simplemente tirando del cabo de fondeo pero en una barca mayor o en condiciones más severas será necesario el auxilio del motor o las velas. Un tripulante deberá indicar a quien se encuentre en la posición de comando la dirección en que tira el fondeo que seguramente no podrá verse desde el lugar donde están ubicados los controles de la nave.
Quien está en los comandos dará marcha adelante, suave, apuntando a la dirección indicada esperando la señal de quien está en la proa de la forma en la que evoluciona la posición de la cadena y cuando el barco está sobre el ancla.
¿Cuándo el barco está sobre el ancla?, será difícil de detectar, porque depende de la cantidad de cadena largada, de la longitud de la catenaria que la cadena a formado y de la profundidad, pero al menos la tarea del asistente de proa será informar cuando la cadena ha dejado de tirar para adelante y sobrepasando la posición vertical comienza a inclinarse hacia atrás. Al llegar a esa posición se pone la marcha en punto muerto y comienza la tarea de leva, ya sea manual o eléctrica, hasta que el ancla libera su tenida en el fondo.
Si a mitad de la tarea la cadena vuelve a apuntar hacia delante, afirme el cabo o cadena del ancla y requiera de otra aplicación de máquina para volver a la vertical del ancla, repitiendo ésta secuencia tantas veces como sea necesario. Si el ancla no libera el fondo a pesar de presentar la cadena vertical, tome vueltas y pida al capitán una palada atrás. El ángulo de tiro de la cadena, tan vertical, ayudará a zafar el ancla. No es conveniente dar marcha adelante, en lugar de marcha atrás, en ésta ocasión porque si el ancla está seriamente agarrada a algún objeto fijo al fondo la cadena rayará seguramente el casco y la caña del ancla podrá torcerse.
Cuando el ancla queda libre podrá aplicar suavemente máquina, para reganar gobierno, al tiempo que el tripulante de proa lleva al ancla a su posición de guarda y traba y arrancha el lugar de la maniobra.
Uso del cabrestante
El cabrestante (horizontal) o chigre (vertical) es un potente molinete movido por un motor eléctrico que tiene adosada una corona de barbotín donde los eslabones de una cadena calibrada entran sin retorcimiento en continua sucesión. Algunos modelos cuentan con un tambor extra donde laborear un cabo de amarra y pueden entrar o largar cabo por acción del motor eléctrico.
La mayoría de los cabrestantes admiten trabajar con cabo o cadena, o una combinación de ellos. La limitación estará dada por la forma y volumen de la caja de cadenas. La cadena se estiba por si sola fácilmente en razón de su peso pero el cabo requiere un lugar de guarda de mayor alzada so pena de bloquear el conducto de bajada y desparramarse por cubierta.
Los cabrestantes están disponibles en dos versiones, manuales y eléctricos o manuales e hidráulicos. La operación manual se efectúa por medio de una palanca que se acopla a la cabeza del tambor giratorio. La operatoria manual suple el caso de falla eléctrica, hidráulica o en las líneas de transmisión.
El cabrestante, de los cuales hay variados modelos y tamaños, debe ser el adecuado para la eslora y desplazamiento del barco en el cual está montado, ya que uno de menor dimensión o potencia actuará de maravillas en un día calmo pero quemará su motor o hará saltar la llave térmica cuando se pretenda usar en condiciones de mar y viento más severas.
El cabrestante es una máquina muy poderosa y requiere de ciertos cuidados en su aplicación. Consume una importante cantidad de energía para su operación y puede causar serios daños a la nave propia o al operador cercano de no tomarse las debidas precauciones. Use calzado adecuado, manténgase fuera de la línea de trabajo, una sola persona en la maniobra y la operación de los controles, señales claras y precisas y seguridad ante todo.
Usando el auxiliar
Cuando se han fondeado dos anclas, resulta práctico usar el bote auxiliar para recoger una de ellas, la que menos trabaja. Es preferible hacerlo con bote rígido que con bote neumático y en el ancla tendida con cabo antes que en aquella unida a cadena.
Simplemente llegue al cabo del ancla y pida que desde a bordo le filen cabo, haga que éste cruce sobre el bote y vaya recogiendo el cabo del lado del ancla que irá acumulando en el bote. Cuando llegue a la vertical del ancla la capacidad de boyado del auxiliar acompañado de un fuerte tirón liberará el ancla del fondo que subirá hasta el bote.
Regrese a la nave haciendo pasamano por el cabo del ancla al tiempo que lo enrolla adentro del bote.
Secretos de áncoras
Las anclas aman su trabajo y pretenden morir atrapadas al fondo. Para romper ese maleficio (para el propietario o capitán que tiene que reponerlas) nada mejor que un boyarín unido por un orinque a la cruz del ancla, que aparte de indicar la posición del fondeo a aquellos atrevidos que pretender invadir espacio, sirve para retraerla al quedar atrapada en objeto ligado al fondo. El orinque es un cabo de poca mena y suficiente longitud para dejar al boyarín unido a él en la superficie del agua, que sirve para retraer el ancla después de intentos fallidos de recuperarla por la vía enunciada más arriba o cuando existe el convencimiento que se ha enganchado en algo imposible de levantar.
La longitud del orinque, de acuerdo a la profundidad de la zona de fondeo, puede ajustarse con el nudo Margarita, antes de ser lanzado al agua. El boyarín se arroja al agua antes de fondear, con el orinque claro, sin vueltas, y se recoge después de levar con ayuda de bichero o a mano si se tiene acceso a la cruz del ancla. Todas las anclas traen en la cruz, intersección de uñas y caña, un pequeño orificio donde afirmar el orinque. El orinque no requiere estar permanentemente conectado al ancla y puede ser de aplicación a demanda por medio de algún sistema de enganche rápido que esté disponible para la oportunidad. Trate que el boyarín no sea tan grande como para confundirse con una amarra libre.
Las precauciones que implica el uso del conjunto orinque boyarín son tres:
1) No dar marcha avante hasta que el tripulante de proa no muestre el boyarín a bordo.
2) Estar preparado para alertar a los novatos paseantes que no es una boyita que flota libremente.
3) Haciendo uso del boyarín en pasajes estrechos puede acontecer que sea tomado por la hélice de otra embarcación, de lo cual resulta el levantamiento del fondeo.
Edición Octubre 2007
BARCOS MAGAZINE