. A riesgo de que alguien me tache de morboso o de necrófilo, quiero dar las gracias a Juan y Carlos, por el maravilloso reportaje sobre estos vehículos fúnebres, que me "gustan" mucho Estas "fiambreras" (como jocosamente las denomina Carlos) son verdaderas obras de arte y la recuperación que se ha hecho de ellas, un trabajo loable y magnífico. Sin pretender aburrir a nadie ni hacerme el listillo, comentaré algunas peculiaridades.
Las de color blanco se utilizaban exclusivamente para niños e incluso dependiendo de la época, para mujeres que se consideraba (otra cosa es que fuera verdad...) habían muerto vírgenes. Su ornamento principal (a diferencia de los previstos para adultos) eran los angelotes. Se heredaba de las carrozas, la construcción con muelles o resortes de los que la carrocería literalmente colgaba mediante fuertes cinchas de cuero, que le conferían estabilidad y suspensión. En realidad, al adaptarlas de tracción de sangre a tracción mecánica, dejaban de ejercer esa misión y pasaban a ser un elemento ornamental, por lo que poco a poco fueron desapareciendo al construirse otras ya específicas para automóviles. Los que llevaban cristales que cerraban el habitáculo del féretro (cuadrados, redondos, ovalados, rectangulares) se denominaban coches stufa. La carroza fúnebre que transportó los restos del querido profesor, Enrique Tierno Galván, pertenece al museo funerario que hay en Barcelona y que se desplazó para tal ocasión a Madrid.
En la mecánica sabéis que me tenéis pillado, pero quisiera apostillar al comentario de Juan, respecto a la patente por parte de Latil de la transmisión articulada, que el nombre de "cardan" se debe a Gerolamo Cardano (1501-1576), que fue el primero en realizar un concienzudo estudio sobre esta materia. Aunque parezca mentira, en aquella época ya preocupaba la dinámica, la mecánica y su aplicación a la locomoción. Buena prueba de ello la tenemos con Leonardo da Vinci, que en su "Códice Atlántico" ya refiere y dibuja varios carros "automotores".
Saludos cordiales y reitero mi agradecimiento a ambos,
Miguel .
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