En mayo de 1953 el escritor gerundense Agustín Calvet (Gaziel), que por entonces vivía en Madrid, hizo un viaje por la comarca abulense de La Serrota, yendo por Avila y volviendo por Talavera de la Reina.

Años después publicó un relato de aquella excursión, junto los de otras por Castilla la Vieja y por León, en un libro publicado en 1959 en catalán, Castilla endins, y en 1963 en castellano, Castilla adentro.



El relato del retorno de Talavera a Madrid, creo que es muy sabroso, como todo el libro, e interesante para cualquiera que se sienta atraído por la historia de los coches de línea españoles:

Decidimos comer y regresar cuanto antes. Vamos, primero, a buscar los billetes para el autobús de línea, que saldrá alrededor de las cuatro. Estos carruajes públicos tienen en Talavera una estación magnífica, como nunca la ha tenido aún el tren. Allí salen y llegan constantemente autobuses modernos, cómodos, limpios y rápidos (no he visto otros parecidos, en calidad ni en cantidad, en toda Cataluña); y en ellos se puede ir de Talavera a un sinfín de ciudades importantes y pueblos, mejor que en tren. Es un servicio que poblaciones mucho más grandes envidiarían.
Al lado mismo de la estación de autobuses, descubrimos un hotel recién construido, y nos metemos en él con la aprensión de los que llegan a un puerto totalmente desconocido, después de un naufragio. Y es así, justamente —porque el andar por el mundo está lleno de pequeños milagros—, como encontramos con creces las tres cosas por las que habríamos dado todo lo que llevábamos: sombra, comida y descanso. El restaurante del hotel se encuentra en el primer piso, en una sala muy espaciosa, con poca gente y prodigiosamente fresca. Sus balcones están abiertos, pero velados con persianas que dejan pasar un airecillo fino (¿de dónde vendrá?) como una pluma. La comida es excelente. Nos sentimos tan bien, que hacemos durar la sobremesa hasta el momento de la marcha.
La estación está tan cerca, que de la mesa al autobús hay sólo unos pasos. Mas para darlos volvemos a tener dificultades; el gentío ha aumentado aún, y ya hay gente sentada a comer hasta en la carretera. Toda la población huele a ganado, a sudor, a aceite frito, a anís y vino.
El autobús que nos llevará a Madrid es como una especie de barbería ambulante, niquelada y con espejos, en donde los pasajeros van bien acomodados en butacas con brazos, pueden apoyar la cabeza en un buen respaldo, y estirar bien las piernas. No se admiten bultos, canastas, maletas ni pasajeros sobrantes; todo el mundo ha de ocupar su lugar numerado. El servicio es perfecto. A pesar de tratarse de un día excepcional [el de la feria de mayo en Talavera], no hay prisas, empujones, ni el más leve retraso. Se llenan cuatro coches iguales, de treinta y cinco a cuarenta plazas; salen a la hora en punto, el uno detrás del otro, todos hacia Madrid. Viendo como funciona este servicio de carretera, se comprende que los viejos ferrocarriles (que nunca fueron buenos en esta parte de España) se encuentren ahora en plena decadencia, como chatarra arqueológica.
La carretera de Madrid, saliendo de Talavera, atraviesa otro mar de tierras llanas, donde empieza tan sólo a crecer la pelusa del trigo. No se ve un árbol. El camino lo señalan unas rectas interminables y blancuzcas, que a gran distancia destacan sobre la extensión de los sembrados, color de barro seco. Así pasamos insensiblemente de la provincia de Toledo a la de Madrid, haciendo breves paradas en pueblos sin edad ni fisonomía, caducos y tristes, en donde sólo se destaca, cuando la hay, una iglesia o colegiata enorme, desproporcionada, veinte o treinta veces más grande e importante que el ayuntamiento. Estos pueblos se apellidan Santa Cruz de Retamar, Valmojado, Navalcarnero, Móstoles, sin pena ni gloria. Es decir, Móstoles tiene una cierta nombradía, en una cierta España, porque a principios del siglo XIX el alcalde del pueblo desafió a Napoleón. El nombre del alcalde ya casi nadie lo sabe, pero a menudo, yendo por Castilla y hasta leyendo la prensa de Madrid, encontraréis que mencionan al alcalde de Móstoles y hablan de su hazaña. Este recuerdo patriotero y local (como el del Tambor del Bruch, que vaga por Cataluña), viene a ser una estrofa más de las décimas ripiosas e inflamatorias de El dos de Mayo, que hacen recitar a los chicos de las escuelas primarias.
Mis compañeras se durmieron, y no han abierto los ojos hasta que ya entrábamos en Madrid. Yo hice el viaje, bien arrellanado en mi butaca, fumando un habano aromático, con los párpados medio cerrados, como mirando muy lejos, hacia el fondo de mi recuerdo aún tan fresco, y viendo la grandiosidad, la soledad y la desolación de La Serrota y de Gredos. A las seis de la tarde estábamos en Madrid.
El autocar nos ha dejado en uno de los lugares más típicos de la capital, junto a la Plaza Mayor, al pie mismo del Arco de los Cuchilleros. Al apearme, no sé cómo, he dado un golpe al botijo y se ha roto en pedazos. Me he quedado solamente con el cayado de fresno, testimonió fiel de que, no hacía muchas horas, me había doctorado, sin querer, como árbitro ganadero. Aún lo conservo. Para un hombre que ha estado en el fin del mundo y pasado por la feria de Talavera, encuentro que es un buen trofeo.


Pregunta: ¿Qué empresa hacía en 1953 la línea entre Talavera y Madrid? ¿Auto-Res, La Sepulvedana, Gredos Auto, Doaldi, ..., ... ?

Si lo supiéramos podríamos elucubrar sobre aquellos autobuses que parecían una especie de barbería ambulante, niquelada y con espejos, en donde los pasajeros van bien acomodados en butacas con brazos, pueden apoyar la cabeza en un buen respaldo, y estirar bien las piernas.






Al pie mismo del Arco de los Cuchilleros, en 1953:

Burón. En el B.O.E., de 4-11-1955, se publica la concesion definita, de la linea Madrid - Talvera, a favor de La Sepulvedana, s.l., que ya la explotaba con anterioridad a esta concesion definitiva.
A efecto de esta concesión quedan los siguientes Vehiculos:
- SG-2545, Leyland, Nº35 de la sepulvedana, matriculado en abril de 1950.
- SG-2464, Leyland, Nº28 de la sepulvedana; Matriculado en julio de 1949.
- SG-967, Bussing, no se el número, matriculado en julio de 1930 y posiblemente recarrozado.
- SG-2583, Beldford, no se el número y matriculado en agosto de 1950.
- M-70288, Diamond, Nº 9 de la sepulvedana y matriculado en octubre de 1944.
Burón un saludo y espero de que te sirvan estos datos.

Yo encuentro "tema" en la letra pequeña, pero lo bueno es que luego llegan José Luis con datos y Miguel con una señora foto, y dan en el centro de la diana del "tema".
Gracias, a ambos.

Vamos por partes:

1.
Los datos que ha puesto José Luis no dejan ninguna duda, se trataba de La Sepulvedana. Pero es que además esas matrículas y marcas reducen mucho el círculo de las posibilidades de cuáles serían esos cuatro coches iguales que parecían barberías.
Ahora mismo yo apostaría a que eran Leylands como los SG-2545 y SG-2464 que dice José Luis, y como el SG-2463 de esta esclarecedora foto, que, retocada en el lateral de la baca, no sé quien puso en el foro hace tiempo:



Por cierto, que la carrocería es una de las típicas de Barro-Chavín en aquella época.

En resumen, yo me imagino a cuatro Leyland/Barro como cuatro soles, de marrón y crema, saliendo aquella calurosa tarde del 15 de mayo de 1953 de Talavera de la Reina rumbo al Arco de Cuchilleros ...


2.
La estupenda y certera postal de Miguel. Yo diría que es de hacia 1963 (Pegaso Comet, microbús Tempo, , etc.). Según la descripción de Gaziel, debería de ser el edificio grande de cinco pisos que hace esquina el del restaurante donde aliviaron sus penas; pero es cierto que su aspecto es más años 60 que años 50, ¿podría estra construido ya en 1953? ...

En cualquier caso la puntería de Miguel y sus postales me dejan estupefacto


3.
Voy a irme un poco por los Cerros de Ubeda (si es que no estoy en ellos desde el principio de este hilo):

La referencia que Gaziel hace a su doctorado como árbitro ganadero responde a este episodio, inmediatamente anterior a lo que puse antes:

Más allá, sin embargo, veo que al lado mismo de la carretera hacen trotar un asno maravilloso, joven, de pelo reluciente, como de ceniza plateada, y además tan esbelto, con unas patillas vaporosas que habrían podido muy bien pasar, si aún los hubiera, por las de alguno de los antiguos archiduques de Austria-Hungría. El animal es tan vistoso, que tiene embabiecadas a más de un centenar de personas. Un campesino de aire socarrón, rayano en los cincuenta, con la gorra torcida y la colilla en la boca, lo está regateando a dos gitanos de color de hígado, que quisieran vendérselo. El animal es muy bello, pero el presunto comprador desconfía. La escena es tan viva que yo no puedo contenerme, y me voy metiendo en el grupo, hasta llegar al primer puesto. Mi hija, ¡ay!, tenía razón; algo había de ocurrirme; pero ni ella pudo adivinar lo que sería.

Para entenderlo hay que saber, antes de contarlo, que bajando del desierto de Gredos, y en cuanto llegamos a Talavera de la Reina, se me ocurrió, posiblemente a causa del calor y el ruido, comprarme un botijo de los más pintados y un cayado de pastor, como los que llevan los de La Serrota.

Cuando me aproximé, pues, a ver de cerca el borrico, sirviéndome de mis codos, y presenciar su compra-venta, no se qué aspecto tendría yo. Sólo puedo añadir que, con el gran calor que hacía, me había echado el sombrero hacia atrás, porque el sudor me agobiaba; y llevaba colgado de la mano izquierda el botijo, con el brazo un poco encogido, para preservarlo, y en el brazo derecho, el flamante cayado de fresno.

El caso es que el campesino no se decidía, vacilando entre cerrar el trato o dejarlo correr; y entonces uno de los gitanos, el de peor catadura, lanzó en torno una mirada feroz, como si buscara algo, argumento o puñal, con que clavar al comprador indeciso un golpe capaz de hacer caer la balanza. Y, de pronto, oigo que dice, señalándome a mí:

—Ezte zeñó, que no ze pué negá tié aire de mu entendío, noz hará er favo de desí si er burro vale o no vale.

Yo me quedé de piedra, y hasta me figuro que palidecí: doscientos ojos de feriantes me miraban con una vaga admiración, como la gente entendida mira a un árbitro; y me ha parecido que el pobre campesino aún lo hacía con mayor respeto. En un abrir y cerrar de ojos, sin que yo acertara a decir ni a hacer nada (y esta pasividad mía, que no lo era, sino espanto, aún daba a la gente una opinión más solemne de mí), los gitanos, mientras seguían encareciendo las excelencias del borrico, lo agarran por el cuello, me lo acercan, me encaran con él, y le abren la garganta de par en par, con sus belfos húmedos como musgo. Y cuando me vi rozando a aquellos dientes amarillos y bruñidos como las teclas de un piano nuevo, ante el público expectante y el campesino atónito, el gitano volvió a apostrofarme:

—Diga, er zeñó: ¿Tié o no tié zu coza er animalito?

Me ha entrado un sudor frío, como si hubiera de resolver el dilema de Hamlet. Y sin saber cómo hacerlo, echándolo a cara o cruz, ante la ansiedad general he soltado, por dos veces, una sola palabra:

—Tiene... tiene...

Yo mismo me asusté de oírla caer de mis labios, como una sentencia inapelable. Y para no presenciar sus fatales consecuencias, me he escabullido de prisa y corriendo, con el botijo y el cayado.




Ya dije que era un libro sabroso ... ... ...

Jose Antonio, creo que debes tener razón en que los buses, eran los tipicos leyland con carroceria Barro-Chavin, por que en aquella epoca eran los que más abundaban, en la flota de La Sepulvedana. Sobre la foto (publicada por rafa reyna) del bus SG-2463, que facilmente podria ser uno de los cuatro a los que hace referencia el relato, es el 31 de la sepulvedana, que despues paso a Samar, cuando Saturio Martin se fue de La Sepulvedana y que estuvo en servicio hasta 1971.
Esta foto (publicada por Jose Maria) podia ser de otro de los posibles buses del relato, este en concreto es el 40, SG-2585.

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este es de la estacion de jaen (La original está colgada en la cafetería)
gracias por ponerla, está muy chula)

Miguel, estoy gratamente sorprendido por la información que has puesto en el foro. Sobre La Serrana, no se si fue una empresa de transporte de viajeros y si tuvo algo que ver con La Sepulvedana, pero podrias ver en tu listado de matriculas de Segovia, si tienes información sobre los siguientes números que corresponden a otros buses de La Sepulvedana,de aquella epoca.
SG-0967, BUSSING.
SG-1899, KLOCKER.
SG-1995, BUSSING.
SG-2329, CHEVROLET.
SG-2396, DODGE.
SG-2422, LEYLAND.
SG-2438, LEYLAND.
SG-2449, LEYLAND.
SG-2482, BEDFORD.
SG-2483, CHEVROLET.
SG-2484, BEDFORD.
SG-2615, LEYLAND.
Podria darse el caso de que alguno de estos vehiculos no fuera autocar, por que en aquella epoca, La Sepulvedana tambien tenia camiones que hacian, el servicio que por entonces se denominaban lecheras (paqueteria), entre Segovia - Madrid y Talavera - Madrid. Por este motivo tambien es posible que en el relato se comenta "No se admiten bultos, canastas, maletas ni pasajeros sobrantes", para que tuvieran la obligación de facturarlo, en las lecheras que tambien eran de La Sepulvedana.
Saludos.

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[font=Comic Sans MS][align=justify]Es increíble, de la manera que puede surgir un tema tan interesante. Enhorabuena José Antonio. Lo que no me resulta tan increíble, a estas alturas, es que Miguel tengo algo (o mucho) "de todo". Pero aún con lo anterior, me sigues (y que no pare, hermano) sorprendiendo. En este caso, con esta "fotografía" tan buena de una lectura igualmente buena. Enhorabuena también a José Luis, por ese complemento en forma de datos históricos. Entre unos y otros al final, quedó un hilo buenísimo.

En mi caso, no tengo ni una millonésima parte de ese archivo tan enriquecedor de nuestro Tacoma. Pero ante el derrotero del hilo, me he puesto "manos a mi archivo", para ver qué tenía por ahí. Lo más parecido, fué esta postal de la plaza de Zocodover de Toledo en 1963. Ignoro si el autocar es de "La Sepulvedana" y pudiera tener algo (eso espero) de relación con esa magistral lectura y los consiguientes magistrales comentarios y aportaciones.

Al menos lo intenté.....



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[font=Comic Sans MS][align=justify]Saludos desde Cartagena [/align] [/font]

No no es de La Sepulvedana
iban de color crema y en marrón lo que en ese va en color crema

Cómo me alegra que los primeros espadas acudan a estos cerros, sean de Ubeda, de Talavera, de Madrid, de Toledo, de Segovia o de Sepúlveda; que todas esas poblaciones ya han salido al ruedo.

¿"Habrá faena"? Siento un silencio expectante entre la afición ...







Pues vaya si tiene sus cosas el animalito, sí.

Como bien dice José María para ser de La Sepulvedana debería ser marrón lo que en él es rojo; pero por lo demás es un hermosísimo ejemplar. La carrocería me suena, pero ahora no sé de qué
En cualquier caso me atrevo a aventurar que fuera de la acreditada ganadería de Pullmantur, que por aquella época (1963) tenía una flota muy aparente y que si no recuerdo mal la tenía pintada con esos colores.
Yo recuerdo, precisamente en ese año de 1963, haber montado en uno de ellos con una carrocería Irizar muy característica cuyas ventanillas se iban estrechando (en altura, quiero decir) hacia la trasera.


¿Alguien más coge el capote y sale a hacer el paseillo?

Creo que es mucho toro para un servidor. Solo responder a Miguel que La Serrana que yo conozco hace aún el trayecto Burgos-Soria y sus coches siguen pasando cada día por debajo de mi ventana y aunque conservan los logos, se oyó hace ya bastante que había sido absorbida.





Y ya que estamos cerca de los cerros de Ubeda, ¿Podrías mirar si la razón social de ésa Serrana que aparece en tus listados está en Segovia?. Si es así estamos ante una empresa distinta.

Saludos a todos y felicidades por éste lujo de hilo.

HD.

Yo ya no me voy por los cerros de Ubeda, ahora estoy subido en la oliva mas alta del cerro, simplemente expectacular, nada más que deciros dentro de lo poquito que puedo decir que encontrado una diferencia más, sobre SG-2483, que yo le tengo como Chevrolet, y no como bedford, sobre el SG-2615 en mi listado es el 41 de la sepulvedana y es un Leyland, posiblemente este mal mi listado, pero la información me la pasaron de buena mano y sobre el SG-2452, no se nada de el pero si que es sospechoso, que sea un vehiculo identico al SG-2453 y matriculado en la misma dirección, para que podamos imaginarnos como era pues pongo dos fotos de su hermano el SG-2453, una de cuando era el 27 de la sepulvedana y otra posterior de 1960 de cuando la sepulvedana se le vendio a Autos Moran.





Por cierto Miguel, no podria haber algun vehiculo de aquella epoca, matriculado a nombre de Benedicto Martin, por que es el unico de los tres hermanos Martin Rubio, que fundaron La Sepulvedana y que no tiene ningun vehiculo a su nombre.

Un Saludo y a la espera de nuevas sorpresas que nos depare el tema.