Ya os he dicho que le había "echado el ojo" al Hispano-Suiza para el desfile. Pues no hizo falta que sacase billete, ni nada por el estilo: Carlos-Pello, al que no había visto hasta entonces y sabedor de mi afición por los buses y autocares, nos subió directamente a Edu Solano, José Soto y a servidor y nos acomodó en "first class".
Para quienes, como Carlos "Caterpillar", tuvieron al lado a Javier Mariezcurrena y no les pasó por la cabeza hacerle una foto, aquí lo tenéis:
Javier, además de ser un experto conductor, también nos sorprendió con su excelente sentido del humor. Creo que nos dejó incumplir casi todas las obligaciones del viajero de la época: viajamos sin billete, hablamos con el conductor y nos apeamos en marcha. Escupir al suelo no lo hicimos: no necesitamos ningún cartel que nos lo indique... de hecho, no lo hacemos ni cuando estamos en el campo.
Como decía un compañero de viaje, íbamos los primeros de la caravana porque conducía un piloto de carreras.
Parte del pasaje, feliz en la primera parada:
A la vuelta, un cruce que lleva a un pueblo con curioso nombre: Adiós (espero que la tilde vaya en la "o")...
Y, ya en tierra firme de nuevo, aprovechamos para ver llegar al resto de participantes:
Esto se va acabando porque, para nuestra desgracia, esta vez Miguel y yo no nos quedábamos a cenar. Tras la comida íbamos a emprender el viaje de vuelta.