.
CIRCO RALUY, Zaragoza 3 al 13 de octubre de 1997
Quisieron probar suerte en la Feria del Pilar, en la que nunca antes habían estado.
Sinceramente, lo considero un error. El Raluy es un circo intimista, clásico, lo que algunos han dado en llamar “un circo de cámara”.
El gran público de las fiestas no va a sumirse en la magia y el hechizo del mundo circense. Va a comer palomitas, participar en rifas y ver en la pista
a las estrellas mediáticas de la TV o el cine.
Se va al circo porque hay que ir, como se va a las atracciones, a la feria de muestras o a comer chocolate con churros…
Incluso yo les fui infiel. Aquel no era mi ambiente, aparte de problemas de otra índole.
Gracias a mi buen amigo y también “fósforo” del circo, Mariano Rodríguez, puedo poneros unas fotos del evento, pues yo no llegué ni a acercarme.
El anciano camión Latil de 1908, procede de los servicios municipales de Barcelona.
Luis Raluy (padre) lo adquirió en 1944, con la sana intención de restaurarlo y adecuarlo a las labores circenses.
En 1997 se exhibía (incluso con el capot abierto), en la carpa de entrada.
Las dos postales son para observar su cuidado aspecto desde todos los ángulos.
Como buenos amantes de todo lo clásico, este Citroën C4 también daba la bienvenida al público.
Transporte de material, vallas, y vivienda de los artistas que actúan con los osos amaestrados.
El cabina doble, con su pintura definitiva.
El camión vestuario ya conocido, con su decoración al completo.
También puede servir para amarrar los vientos del chapitó.
Una nueva adquisición, un Mercedes 710 en la línea de sus “hermanos”.
La segunda foto no es de esa misma fecha, pero prefiero incluirla aquí, para que se pueda ver la decoración de los dos laterales.
El “bombero” había recibido una nueva capa de pintura (o al menos un pulido) y colaboraba además en tareas publicitarias.
Los medios anti-incendio progresan, incluso en el circo más retro.
La cafetería “Bar Celona”, avanza poco a poco en su compleja decoración. ¿Una cervecita, o un asiático?
Y perdonarme, pero no puedo resistirme a una vista más de las “gemelas-siamesas” y su porche de entrada.
Vaticinado por los agoreros (me incluyo entre ellos…), el Raluy es el circo de invierno de Zaragoza.
La lección quedó aprendida y nunca más volvió para el Pilar.
¡¡Que tiempos aquellos en que un par de circos (creo recordar que incluso tres, un año) montaban simultáneamente en el recinto ferial!!
Hasta la próxima entrega, un saludo para tod@s,
Miguel
.