Registrado: Jue Mar 31, 2005 10:54 pm Mensajes: 8049 Ubicación: CARTAGENA
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[font=Comic Sans MS] [align=justify] El tráfico era bastante fluido y salvamos la ronda norte que da acceso a Murcia, en un santiamén. Los primeros repechos, a la altura de Espinardo, hacen que Ginés empiece a manejar el cambio y los pedales con una precisión digna del mejor de los relojes suizos.
Vamos rebasando las primeras poblaciones importantes; Molina del Segura, Cieza, Abarán…. y el personal que nos adelanta con coches, camiones, etc. Nos dejan su saludo con continuos bocinazos y manos que saludan desde las ventanillas bajadas. En la dirección opuesta, sobre todo los camioneros, giran su cabeza para ver esa “competencia” con tanta solera, circulando un sábado por la mañana.
Es cierto que no adelantamos a nadie, algo sin importancia contando que el viaje era un disfrute en si mismo. Pero ojo, eso no quiere decir que fuéramos andando. El Beaver mantuvo una media entre 70 y 80 Km. en todo momento y puntas cercanas a los 90 Km/h.
La charla entre amigos nos acompañó mientras caían los kilómetros y yo hacía fotos de todo lo que teníamos a la vista. El madrugón le recordó a nuestros estómagos que ya era hora de repostar y recién entrados en los límites de Albacete, nos apartamos de la autovía. La parada se hizo en un restaurante de carretera y de los que mas arraigo tienen en la comunidad camionera, el restaurante Pascual, en Minateda.
Nada mas parar, como por encantamiento, salen dos empleados (al menos eso creía yo) con vestuario de cocinero y camarero. El cocinero le dice, con la mano sobre el hombro al camarero, un hombre mas joven: ..¿Lo ves..?, este es un Beaver, de los que te he hablado alguna vez…. Todo esto, mientras se dirigían hacia el lado del conductor y al encuentro del chófer. Al encontrarse con Ginés, Paco (el cocinero y dueño del restaurante) le dice; Tenías que ser tú… Evidentemente eran viejos conocidos y aproveché para inmortalizarlos en la correspondiente foto.
Tras el simpático encuentro, Diego le dio un vistazo al motor del camión y a los bajos, buscando alguna fuga o problema. Todo estaba OK, tras lo que ingresamos en el restaurante y tomamos un tentempié para afrontar la siguiente etapa.
Despedida y vuelta a la autovía. A medida que los kilómetros caían el paisaje se hacía mas interesante, al menos para alguien que le gusta fotografiar casi de todo y que le entusiasma el ferrocarril, casualmente yo mismo. La vía de la línea Chinchilla-Cartagena nos cortaba el camino tan pronto por arriba como por debajo del asfalto, incluso nos acompañaba paralela durante muchos kilómetros, a uno y otro margen. El ansiado encuentro con el tren se produjo a la altura de la estación de Navajuelos. Una estación desprovista de servicio y reconvertida en acopio de material para tajos de renovación de vía. Una locomotora 334 con el Altaria 222, Madrid-Cartagena, se cruzó con nosotros en esa estación y para no ser menos, dio los preceptivos bocinazos. La carretera deparó encuentros de todo tipo, además del tren, una escena a la que muchos le temen o el cruce con un autocar de un forero nuestro.
Nos dimos el gustazo de pasar por Pozo Cañada, feudo de viejos camioneros y parada habitual en la antigua N-301. Nos reincorporamos a la autovía y casi sin darnos cuenta, nos acercábamos a nuestra particular meta. La carretera seguía despejada y el Beaver que mantenía como un campeón, su velocidad sin rechistar lo mas mínimo.
Pasadas las 12:30 nos salimos de la autovía y cogemos la carretera de Ayora, a unos pocos kilómetros se encuentra el circuito de Albacete al que llegamos con una pequeña novedad. Nos paramos mientras se solucionaban los problemas de tipo burocrático y en ese momento mientras Diego echaba un vistazo a los bajos descubrió un problema bastante serio.
El problema era que habiamos perdido el tapón del depósito de aceite de la multiplicadora y el aceite lo habiamos dejado por el camino. Lo cierto era que aun sin aceite, el camión siguió admitiendo el cambio de tal forma que nadie se apercibió, prueba inequívoca de la bondad de la mecánica de este encantador bruto de la carretera. Se deduce que simplemente por las vibraciones, el tapón se fue aflojando hasta que cayó.
Mientras intentábamos solucionar el problema, pasamos el camión al aparcamiento cerrado donde ya se encontraban estacionados varios Ken´s. Pete´s, Scanias y un bonito F10 que fue nuestro compañero de parking.
El problema no era baladí, habíamos llegado, pero había que regresar a casa y todo esto en un sábado al mediodía. Diego embarcó, antes de salir de Murcia, en la caja del Beaver distinta suerte de herramientas, incluso aceite y valvulina para reponer, pero nadie esperaba que un tapón se aflojase y se perdiera. Mientras se daban los primeros pasos, Diego baruntó que con un tapón ciego de los que usan los fontaneros y teflón podría solucionarse, al menos de forma provisional.
La solución finalmente hizo honor a aquella canción de The Beatles; With a little help from my friends. Con la ayuda de los amigos de Ginés el tema se solucionó, Cándido amigo albaceteño y camionero, movió Roma con Santiago, hasta que localizó a un tornero, amigo suyo, que hizo la pieza ad hoc y que puesta en su sitio y rellenado el depósito de la multiplicadora, dejó al Beaver listico, que diríamos por mi tierra. Y todo esto sucedía, mientras los camiones daban vueltas al circuito albaceteño en lo que era la primera carrera calificativa del sábado.
Estábamos en Albacete y se avecinaban muchas emociones.
Saludos desde Cartagena.
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